Por / César Augusto Prieto – Acord Cundinamarca
Lo primero que se me viene a la mente o mejor al recuerdo, son las quejas de directivos, entrenadores y deportistas sobre la ausencia de divulgación en los diferentes torneos y actividades en las que participan y cuando en algunas ocasiones, sus logros pasan desapercibidos.
Ahí de una, el agua sucia salpica a los comunicadores de medios, en donde se ha venido olvidando una práctica básica de nuestro oficio y es la consulta de fuentes y el interés por actividades diferentes al fútbol o al ciclismo, e incluso a las disciplinas con acento profesional.
El reinado de lo digital y de la información en la red, ha logrado que el comunicador sea cada vez menos proactivo en la exploración de la veta irremplezable de información generada por la reportería y el relacionamiento con los protagonistas, para convertirse en notas sosas e impersonales las cuales carecen del fuego sagrado y satisfactorio de cubrir en persona, con sol, lluvia y hasta frío.
Ese periodismo clásico, idealizado por genios como Gabriel García Márquez, brilla por su ausencia en la mayoría de redacciones y se refleja en la agenda setting y en los desangelados y repetidos contenidos de algunos medios, tipo resumen de la fecha, o en estériles conversaciones de comentaristas que creen saber mucho y en realidad aportan muy poco.
Pero no para ahí. La otra cara del penique tiene su origen en el corazón del sistema de alto rendimiento y del deporte formativo, desde donde se clama por espacios en los medios de comunicación, pero poco y nada se aporta para allanar ese lugar.
Claro, al organizar un torneo, muy pocos dirigentes tienen en mente incluir un presupuesto para contratar a un comunicador que se encargue de visibilizar su actividad; algunos esperan la llegada de cámaras y micrófonos, como por arte de magia, y entonces, ellos mismos no ayudan a su disciplina, esfuerzos y patrocinadores.
Y así se repite a nivel de ligas, pues valga decirlo, en Cundinamarca y en general el país, tales organizaciones esperan que sus federaciones o entidades públicas territoriales les den una mano con la divulgación, cuando ni siquiera las federaciones, con unas muy pocas y honrosas excepciones, tienen periodista en su nómina.
Ni que hablar del sector público, en el cual, las oficinas de comunicaciones están en manos de personas ajenas al sector deportivo y/o sin experiencia, y además, son unas verdaderas bolsas de empleo pero para pagar favores políticos de la administración de turno.
Con este panorama, falta que desde la academia salgan aportes para consolidar la comunicación organizacional dentro del deporte colombiano, en sus diferentes niveles y regiones, como una forma de ganar espacios en los medios de comunicación, llegar más a comunidades y potenciales usuarios, darle créditos a sus sponsors y crear una comunidad informativa, en la que atletas y entrenadores sean sus principales actores, a través de canales efectivos de divulgación.